miércoles, 21 de julio de 2010

En un rincón...

En un rincón de una modesta casa en el sector de Cerro Navia, se encuentra Alejandra, una mujer de 48 años, casada y con dos hijos. Su estado es deprorable, con la polera rajada en el escote y con un moretón en su mejilla izquierda, ojos llorosos, pelo desordenado y marcas de dedos fuertes en su brazo derecho. Refleja su condición de ser vulnerable y humillado, que caracteriza a algunas mujeres en un Chile claramente machista, que, aunque ha evolucionado frente a esas materias, no ha podido frenar con mayor eficiencia estos eventos de maltratos que están allí, en cualquier rincón de esta ciudad, pero que se esconden y silencian.

Y allí está ella. En ese rincón. Sola. Rodeada de muebles agitados y una que otra chuchería de cerámica rota.  El ambiente en el lugar daba cuenta de una gran discusión, una atmósfera cargada de ira y miedo. Miedo a aquel hombre, que la ama locamente, que no tolera que tenga amigos y mucho menos que la miren. Ese hombre, Carlos, Carabinero de la 45ª Comisería de Cerro Navia. Hombre con una rectitud de espíritu, disciplinado y valiente. Amante de su profesión pero con serios problemas para controlar sus ataques de ira. Iracundo de nacimiento, muchas veces llegaba a límites que en la rectitud de su carácter era inaceptable, pero que sabía disimular y ocultar con mucha discreción.

¿Qué se puede hacer en una situación así? ¿A quién recurrir? ¿Cómo defenderse? ¿ Cómo excusar esa acción si solamente Alejandra fue a comprar al negocio de la señora Julia? ¿Es su culpa que el Jhonny justo se volteara a mirar cuando ella iba pasando, en el mismo instante en que su marido regresaba a su casa, tras una larga noche de turno?.

Por su parte, Alejandra sigue llorando y haciéndose el ánimo para limpiar el desorden dejado por la pelea, antes de que vuelva a entrar su marido.

-Mañana será otro día; esto no volverá a suceder-.


Por
Vistoresto.


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