sábado, 17 de julio de 2010

Conflicto Identitario; Civilación versus Barbarie

El conflicto civilización-barbarie en la literatura está presente desde la llegada del romanticismo a Latinoamérica, ya que en este continente el conflicto identitario surge con fuerza a raíz del doble legado dejado, por una parte Europea, mediante los españoles y por otra, los aborígenes a nivel local. Este nuevo movimiento tiene la intención de diferenciarse culturalmente de Europa a través del reconocimiento de las características históricas y geográficas propias de este continente revalorizando su pasado pre hispano y su evolución hasta el choque cultural con la llegada del extranjero invasor.
La idea de resolver este conflicto ha sido una temática recurrente dentro de este movimiento, ya que no solamente se encuentra presente en la literatura, sino que también en la historia de las naciones hispanoamericanas.
A raíz de esto que Echeverría recoge esta idea de conflicto y rompe con las concepciones de lo civilizado y lo bárbaro como fuerzas antagónicas capaces de absorberse mutuamente al entrar en contacto. En tanto que Borges concluye esta etapa, centrando el conflicto a nivel individual.
Lo que pretende este ensayo es analizar las distintas visiones que tienen estos autores con respectos al concepto de identidad, pero a partir de sus obras que rompen con las concepciones clásicas de lo civilizado y lo bárbaro.
Hasta antes de su obra El Matadero, el conflicto de lo civilizado versus lo barbárico se daba en espacios y tiempos diferentes, y se desencadenaba cuando un elemento de la fuerza antagónica entra en este espacio, provocando la crisis y concluyendo con la asimilación o absorción del agente inestabilizador. Echeverría quiebra con este esquema, y plantea el conflicto dentro de un espacio único, en un mismo tiempo en donde esta dualidad se transforma en una doble dualidad al distorsionarse estos elementos.
En relación con el espacio en común, Echeverría anula la tradición que rodea a la ciudad, como un lugar en que solamente se podía encontrar elementos catalogados como civilizados, sin intervención, o sin espacio para lo barbárico. Esto se puede ver cuando hace referencia a elementos, que dentro del contexto civilizado, son propios del mundo bárbaro. “El espectáculo que ofrecía entonces era animado y pintoresco aunque reunía todo lo horriblemente feo, inmundo y deforme de una pequeña clase proletaria peculiar de Río de la Plata” (Echeverría, 98) Esta idea de incorporar elementos no civilizados dentro del contexto de la ciudad, es una idea que se repite a lo largo de la historia, pero no siempre se refiere a contexto de paisajes, sino que también hace referencia a grupos humanos. “La perspectiva del matadero era grotesca […]. En torno de cada res, resaltaba un grupo de figuras humanas de tez y de raza distintas.” (100)
El tema de la dualidad, en El Matadero se presenta como un elemento doble que entra en contradicción al no poder congeniar los conceptos propiamente tales de los civilizado y barbario al comportamiento de los grupos de referencia (federales, unitarios) y a la visión que se tenían con respecto de los mismos, quedando esta confusión aclarada al final de su obra. “Llamaban ellos salvajes unitarios, conforme a la jerga utilizada por el Restaurador […], a todo el que no era degollador, carnicero, ni salvaje, ni ladrón; a todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo patriota ilustrado amigo de la luces y la libertad.” (114)
Otro elemento importante que hay que considerar, que, al convivir todos en un mismo espacio, la lucha entre lo civilizado y lo barbareo ya no se ve como una lucha por el espacio, sino que el entorno pasa a segundo plano para dar paso una lucha a nivel ideológico. Esta lucha se ve reflejada en la rivalidad existente entre los federales versus unitarios por las ideas políticas que estos dos bandos tienen con respecto a la configuración del país. Esta pugna política se llevó a varios ámbitos de la vida río platense hasta llegar incluso a la vida espiritual. “¡Ay de vosotros, unitarios impíos que os mofáis de la iglesia, de los santos, y no escucháis con veneración la palabra de los ungidos del Señor!” (93). Lo curioso de todo esto es que siempre los federales se muestran como los correctos, civilizados, inclusive en los momentos catastróficos como la inundación de la ciudad al principio de la obra. Todas las causas de los males se las atribuyen a los unitarios, quienes aparecen con mayor fuerza en la historia, al final de esta cuando se narra el paseo que estaba haciendo un joven con características unitarias y es atacado por el Matasiete.
El conflicto que surge entre lo civilizado y barbarie en el texto de El Matadero no se resuelve, ya que ninguna de las dos fuerzas logra absorber a la otra, quedando inconcluso la resolución de este conflicto. El hecho de que en la obra se represente la muerte del unitario a causa de la presión psicológica producida por los federales al secuestrarlo no demuestra que esta pugna allá terminado a favor de la barbarie, ya que solamente muestra un incidente dentro de la historia y no la conclusión de la misma.
“Pobre diablo: queríamos únicamente divertirnos con él y tomó las cosa demasiado a lo serio---. Es preciso dar parte, desátenlo y vamos.
Verificaron la orden; echaron llave a la puerta y en un momento se escurrió la chusma en pos del caballo del jueza cabizbajo y taciturno.” (114)
Otro autor que refleja el conflicto identitario es Jorge Luis Borges en su obra El Sur. La representación de la interacción de las fuerzas antagónicas de lo civilizado y lo barbareo ya no solamente se limita a la lucha de los ambientes, sino que también es un problema a nivel interno, es un conflicto que está directamente ligado a la identidad individual.
Este conflicto interno no solamente es un conflicto creado para retratar la historia de un personaje en su obra, sino que también es un reflejo de la propia condición de Borges con respecto a su identidad. Esta idea es bien definida por Sarlo cuando menciona: “Juan Dahlmann, el personaje de El Sur, resulta como Borges mismo, la inestabilidad y la intermitencia producidas por ese pliegue” (95). En su texto Borges, un escritor en las orillas, relaciona parte de la vida de Borges con el del personaje de El Sur, señalando que en casi todos los aspectos este personaje encarna los conflictos que tiene Borges a raíz de esta doble nacionalidad, entre sus raíces inglesas y criollas argentinas.
Si nos enfocamos en la obra de análisis propiamente tal de Borges, se puede apreciar que el conflicto civilización-barbarie está latente en cada instante en la obra, y presenta antagonismo en cada decisión que toma el personaje.
Es por esto que desde en un comienzo, Dahlmann presenta estos rasgos antagónicos enfrentándose en una lucha permanente con el propósito de que una se apodere de la otra. Esta admiración por sus raíces criollas pero que logra conocer gracias a su curiosidad heredada por su lado europeo, refleja no solamente la contradicción de la sobre valorización de unos de sus linajes, sino que también refleja la complementariedad que estos tienen al combinarse para definir su propia identidad. “ en discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann (tal vez a impulsos de la sangre germánica) eligió el de este antepasado romántico o de muerte romántica [ (refiriéndose a su abuelo materno)]”(Borges, 78)
Otro factor importante es la existencia de un tiempo paralelo en la historia, esto tiene que ver con el juego que Dahlmann hace durante en todos los acontecimientos, generando un diálogo entre lo civilizado y la barbarie. Esto se ve reflejado cuando se encuentra en este mundo civilizado, la ciudad, y añora estar en el sur. “Nadie ignora que el sur empieza del otro lado de Rivadavia. Dahlmann solía repetir que ello no es una convención y que quien atraviesa esa calle entra en un mundo más antiguo y más firme” (81). Pero también se manifiesta cuando este se encuentra en el en el entorno de la barbarie, representada por el campo, cuando se encuentra en un bar, segundos antes de aceptar el duelo: “No hubieran permitido en el sanatorio que me pasaran estas cosas, pensó.” (87). A su vez este diálogo se expresa cuando al recibir el cuchillo se cuestiona el grado de utilidad que le pudiese dar. “Dahlmann se inclinó a recoger la daga y sintió dos cosas. La primera que ese acto casi instintivo lo comprometía a pelear. La segunda, que el arma, en su mano torpe, no serviría para defenderlo […]”(87)
Existe un acontecimiento que es crucial en la historia, el accidente que tuvo. Hasta antes del accidente, Dahlmann no muestra interés de poder concretar su deseo de sumergirse con sus raíces criollas, pero después de aquel incidente , decide viajar, llenando esa necesidad. En resumidas cuentas, se puede tomar el hito del accidente como un factor decisivo a la hora de buscar su propia identidad.
El conflicto de identidad propuesta por Borges en su obra El Sur no queda resuelto, ya que el final, al quedar inconcluso, abre un abanico de respuestas posible sobre la resolución del conflicto. Lo que si queda claro, es que este conflicto es algo latente, en todos los aspectos de la vida cotidiana, y que esta disputa entre lo civilizado y la barbarie no solamente se puede limitar al espacio donde ocurre la acción, sino que también es algo que está latente en nuestra concepción identitaria a nivel individual.
Como se ha podido apreciar, el conflicto civilización barbarie es algo recurrente a la de definir nuestra propia identidad. Con las llegada de las ideas románticas adaptadas al contexto latinoamericano, se abre el debate de si nuestra identidad está solamente conformada por nuestro legado europeo, o si también hemos heredado algo de los aborígenes. Esto ha traído una serie de complicaciones para quienes han creído ( y siguen creyendo) que nuestra identidad solo está formada por las influencias europeas, por considerarlas civilizadas y mirando en menos lo originario de nuestra cultura.
Si bien en los últimos años se ha retomado el tema y se ha puesto un gran énfasis en nuestro legado aborigen, este conflicto todavía no se ha resuelto quedando claro en las obras de análisis, que este problema seguirá siendo tema hasta que un día se llegue a un consenso del grado de identificación que los latinoamericanos tienen sobre sus orígenes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario